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No. 51 / Agosto 2012

 
David Cortés
(Puerto Rico, 1952; vive en Nueva York)



1.
Mi vida en los espejos de este instante secreto
de este reino invisible y este día que te asedia
se pierde en los cristales que en la noche acontecen
igual que un ruiseñor que insiste como un eco.

2.
Déjame si me amas pero nunca me ames
en la palabra amor o en la palabra olvido
que nos salve el silencio cuando tu voz regresa
y nos halla desnudos como un arco profundo.

3.
Te digo amada mía nada nos pertenece
la corona inestable de esta vida se apaga
como un eclipse se cierra sobre el cuerpo
igual que una rosa fugitiva en el viento.

4.
Igual que una estrella que se desprende
y su filo recorre tu reino jubiloso
te acompaño señora mía en el leve gemido
del placer que arrebata uno a uno tus sueños.

5.
0Oh muchacha que vuelves como una ola infinita
no llegues a este puerto cuando caiga la lluvia,
¿por qué eliges mi vida si mi voz no te toca?
toma mi fuerza y déjame pero nunca me olvides.

6.
He olvidado mi presencia igual que un arquero
que deja atrás el resplandor y las sombras
para que su propia decepción no lo encuentre
cuando tu memoria se contradiga y lo nombre.

7.
Oh si me amaras más ligera que la gacela
que entra sin ser vista y destroza mi vida
tu cuerpo y mi cuerpo en un mismo silencio
cuando la vida adquiere la forma de un sueño.

8.
No abras aún tus alas muchacha no amanezca
tu cuerpo entre las sábanas aún deslizándose
oh despiadado esplendor de la carne que insiste
en la desolación de la noche interminable.

9.
Vuélvete y mírame por los mismos caminos
yo soy aquel que construyó una imagen
y ocultó su resplandor contra el olvido
cerrando como un círculo tu presencia.

10.
Oh muchacha que nunca eres igual
fábula o fiesta o cántico o hueso de mis huesos
yo llegaba en silencio de las islas encantadas
cuando tu presencia me hacía luminoso.

 

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