María Cruz
(Ciudad de México, 1974)
el jardín se aproxima y se aleja se aquietan los pájaros vibran las arañas el jardín está desmigajándose o no se refractan los sonidos en la humilde sombra verdes golpes o flechas de agua caen en la yerba solitaria hay un silencio que se enrosca largo como serpiente late un corazón (allá) de caballo en la agreste penumbra pero el caballo no está sólo el fuelle de la tierra deshilachándose está la noche entre las yerbas un caracol humedece el rastro de la Luna jaspea la luz entre ramas y hojas hay un pulmón de bruma feraces frondas salpicadura de qué gota de lluvia que cae y deja de caer el jardín se aleja se aproxima según sus élitros según la arborescencia en su espesura según la musgosidad creciente de la noche azul o no el jardín arrastra una cancioncilla el jardín se va se aproxima con su pelaje de lluvia con su telón de limo en el silencio fractal que respira
el jardín está vidriado quebradizo de otoño las espinas crepitan en los rincones de selva el undoso crepúsculo anida entre las ramas de silencio la piedra crece a solas meditabunda enlamándose de barnices y larvas menstruos y espermas fecundan la tierra yegua disgregada o polvo de mariposas muertas esconden las granadas su sonrisa de sangre encapsulan un motín luminoso —son lámparas o puños— cerradas formas higos o limones brumas que se amoldan a la oscuridad los gusanos repiten una espiral profunda hasta el principio del légamo hasta la abisal penumbra donde papita una semilla escarabajo de bruma catarina de arena los animales escarban el lomo de la tierra y hallan raíces lentas fecundos nudos desatando sus hilos y atándolos lamas adentro embriones acuosos lagartijas no natas tubérculos secretos o lombrices de luz el jardín
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