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No. 51 / Agosto 2012

 

David Fueyo Fernández
(Oviedo, Asturias, 1979)



Infografías

La tarde promete aburrimiento a raudales
y un programa de televisión nuevo.
Un trepidante concurso en el que se reparten minutos de Warhol
y tintineos infografiados de estrellas cercanas.
Mientras lo veo pienso en aviones sobrevolándonos,
en vidas diametralmente distintas a la mía
en qué será de éste, de aquél, de aquélla,
si para unos y otros ha habido la misma suerte
o si éste, aquél o aquélla como yo
matan la tarde a balazos de esperanza
de que alguien también los recuerde
mientras en la tele, de mentira,
tintinea una estrella.






Mi poesía clara

Mi poesía clara,
mi pobre poesía clara y nubes al fondo,
mi pobre poesía clara, una ínsula entre mis versos,
mis días sencillos y mi poesía clara,
pequeños y orgullosos de su casi inexistencia.
Son como hormigas uniformadas, en fila,
sobreviven y van hacia donde ni ellos saben,
hacia delante, donde dictan los relojes,
hacia ninguna parte.
Mi poesía clara,
la hermana pobre del rococó de aquellos días.
Mi poesía clara quiere que el mundo se pare
y yo tome nota,
un parpadeo y otro verso,
una conversación contigo
y mil volúmenes puestos en fila
de lo que he sentido en un instante concreto,
mi poesía o poesía clara en el Babel de mis días.
Luego apagaré la luz y os encerraré en libretas,
garabatos sin rayos de sol
oscura y sola, solos mis versos,
mi poesía,
mi poesía clara,
sólo la mía.






Nicotina y versos

En el momento más inoportuno llegan las hadas
secuestran el pedazo de ciudad que ocupas
lo congelan y no existe nada más que ese tintineo que llama al verso,
cigarros apagados en nuestros cubículos del mundo
aspiramos ceniza cuando dormimos
y desde nuestra insignificancia nos sentimos plenos
como una droga barata que cristaliza en los párpados.
Hemos de escribir y no dejar de hacerlo,
hemos de hacerlo, compañeros.


 

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