Mariana Arrate
(Osorno, Chile, 1957)
El beso
Toma mi boca, amor,
y besa.
Tu boca que me es camelia
y tu beso
su ácido líquido
sobre alabastro.
Cometerás así un día
tu bello asesinato:
oh no, no, no, no.
Si ya me has asesinado
bajo los turbios girasoles fuimos
ah, rompo mi promesa.
Vi un día a un hombre asesinando una mujer
rodeado de trigales y
mareado de sol.
(Tenía yo una gruesa capa roja
y en ella me envolvía
en los atardeceres
cuando pensaba en ti
y otro me escuchaba.)
Toca mi boca, amor, y besa.
Tu boca que fue mi herida
y tu beso ácido líquido
sobre alabastro.
Lentejuelas,
una lentejuela de alcohol en el vestido de la noche,
en su ardiente vestido.
El que arropa la desnudez de mis besos fríos
tiembla bajo mi manto
herido de mí
de mi deseo.
Llena de música mi cerebro soy
adolescente y desnuda soy
ángel
y tú eres mi cuerpo.
Ahora, de costado, amor, mientras contemplamos la
ventana, su luz, enreda tus piernas en mí, y en el
ojo del huracán hagamos la huida. Que ya la danzadora
extiende sus largos brazos y penetra
- como un ciervo a su muerte
- como la tiara a su reino
- como un aro a su herida
al reino del esplendor.
Ya sabía yo su júbilo: todos los enemigos han muerto.
Mi pasión es la dama nocturna,
el túnel de amor.
Nadie cantará como yo.
De Satén (New York, Ediciones Pen Press, 2009)
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