Clemente Riedemann
(Valdivia, 1953)
El árbol del mundo
Llegaron ideas desde el norte.
Llegaron de a caballo
otras técnicas.
Posaban, unas sobre otras, las piedras
que ya no se movían
se quedaban fijas
como estalactitas colgando del cielo boca arriba.
PEDRO DE VALDIVIA: “...por hebrero deste
presente año de 1552 poblé la ciudad de Valdivia:
tienen de comer cient vecinos:
no sé si coando los hobiere de dar Cédula podrán
quedar todos…”
Fue la ciudad con sus torres de piedra
piedra recogida a la orilla del río.
No tan corpulentas que pudiere –el español
quebrarse el espinazo.
No tan flacas que cupieren
más de una entre las manos.
Y luego se lavaban las manos en las aguas del río
y humedecían con ésta el tallo de los pimientos
y en los huecos de la tierra vertían bochas
semejantes a los granos de mostaza.
Ya no sólo las papas.
más gente con ropas extrañas
costumbres extrañas
cráneos y cacharros de metal.
Las torres
árboles catatónicos
en la estructura de un bosque defensivo.
Una torre
EL ÁRBOL DEL MUNDO
“agredir para no ser agredido”
Las castellanas plumas en la cumbre de los cascos
no sirvieron para barrer la sangre de los nativos.
Las torres del mundo en la selva sin plumas,
nuevas guerras
Mucha sangre antes del trigo
y maremotos
(las aguas subían por las faldas de los volcanes
y de los volcanes brotaba el infierno rojo).
La primera población marginal de Karra Maw´n
fue la de los indios
que habían nacido
en Karra Maw´n.
¡WEÑEFE!
¡ÑIÑOKO! —airaban los indios
pero nadie se dio por aludido.
Y LAS TORRES DE SANGRE BAILABAN
EN TORNO AL ÁRBOL DEL MUNDO.
Un blues mapuche
Hubo licores y poemas
casi a un mismo tiempo en Karra Maw´n
fortalezas en la costa
troncos huecos de árboles metálicos
apuntando hacia el mar
día y noche apuntando hacia el pacífico mar
con piedras redondas y calientes
para matar al Wekufe
al Tuerto
al Cojo
y al Tatuado.
Hubo canturreo triste.
Quien salía al anochecer
con el propósito de solazarse
mirando el espectáculo de la luna en el estuario
podía oír
- con absoluta claridad –
el BLUES MAPUCHE.
Los indios protegieron hijos y costumbres
en los ükantuwe (anti-bélicos).
Levantaron gran ceremonia pública:
ROGATIVA GENERAL AL DIOS NGÈNECHÉN
pero no pudieron con el Wekufe
y hubieron de adcribirse al Folklore & Turismo.
Fueron cuatro siglos
y no cuatro páginas de papel roneo
con el que se construyen
barcos de papel para los niños
o sirven, como plantillas, para los pies
del ahorcado.
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