No. 41 / Julio-agosto 2011 |
|
La penúltima trastada |
(enviado al gmail el martes 26 de julio de 2011 a las 12:27 hs.) |
En la cuestión de la polémica a propósito de la conmemoración de los 30 años de la aparición del manifiesto del grupo Tráfico, cuya polvareda quiere llegar hasta las costas mexicanas por el camino expedito de las corrientes cibernéticas, la expresión "pulsión utópica", empleada por mí en una réplica, ha sido vapuleada a placer no sólo en un texto, digamos, orgánico como el que Igor Barreto, uno de los miembros del grupo, escribe bajo la forma de una "carta circunstancial" que me dirige, sino en los comentarios que surgen espontáneamente y proliferan en los circuitos de las llamadas redes sociales donde algunos otros miembros del grupo tienen visibilidad virtual. En su carta, Barreto afirma simple y claramente que la "pulsión utópica" de la que yo hablo es, sin mediaciones, "un entramado circuito de vergüenzas". Yolanda Pantin, otra integrante del grupo (éramos seis: junto con ellos dos, Miguel Márquez, Alberto Márquez, Armando Rojas Guardia y yo mismo llevamos adelante lo que Barreto, en su alegoría matrimonial, califica poco menos que de farsa, de impostado y patético sainete lírico en la Venezuela saudita de los primeros años 80); Yolanda, digo, en su muro de Facebook, se ha lamentado amargamente exclamando con tristeza: "¡mira a dónde nos han llevado las pulsiones utópicas!". Verónica Jaffé ha comentado, en el mismo muro y con el humor contundente que la caracteriza, que "pulsiones utópicas o locuras románticas o mesianismos místicos... todo se parece y da resaca al día siguiente". Frente a esta unánime repulsión de una pulsión, no tengo nada que contraponer, porque sería caer en una suerte de círculo vicioso. Entiendo pues que, tal como dice Yolanda, "esa convocatoria (...) para celebrar los 30 años de Tráfico reventó lo que quedaba del grupo, arrastrando muchas cosas". Es triste que se hayan roto de ese modo los únicos hilos que sujetaban la memoria de una aventura que yo sigo defendiendo, al parecer bastante solo. Barreto dice muy claramente en su carta que a los venezolanos nos cuesta "sintonizar con el presente y su carácter provisorio". Será que soy muy venezolano, porque yo nunca he sintonizado con el presente. Es más, yo creo que un poeta no sintoniza nunca con su presente y claro que reconoce su carácter provisorio y precisamente por eso se aferra a la idea de una pulsión utópica de cambio. Pero no nos entrampemos. Que los poetas mexicanos entren también en la arena de un diálogo que ellos, como todos los poetas, conocen; un diálogo tan viejo como nuestra cultura moderna, tan viejo como los idealistas románticos de Jena, Hölderlin entre ellos, tratando de hacer realidad la alocada idea de ese otro volado de Schiller creyendo en la pendeja utopía de la educación estética del hombre y de la poesía como puta maestra de la humanidad. Diálogo viejo, pero no por eso rancio, ni concluido. No hace mucho tiempo, poco antes de la aparición de Tráfico en Caracas, unos melenudos envenenados por esa vilipendiada pulsión utópica inventaron en México una conjura efímera, la conjura infrarrealista. Entre ellos estaba un chileno medio loco, Roberto Bolaño. Años después de esta aventura que dejó tras de sí tres magníficos manifiestos fácilmente hermanables con el "Sí, manifiesto" nuestro, y un puñado de sustanciosos y sustanciales poemas (léase Mario Santiago), Bolaño, desencantado, soñó un día que "estaba soñando y que en los túneles de los sueños encontraba el sueño de Roque Dalton: el sueño de los valientes que murieron por una quimera de mierda." En Caracas, Yolanda Pantin ha dicho (creo que citando a alguien) que "es preferible el silencio a los bellos edificios de palabras". Yo pienso que una quimera de mierda no invalida a todas las quimeras; que más vale un bello edificio de palabras que se desmorone (pues siempre quedan al menos las palabras desmoronadas) que el silencio, que siempre corre el riesgo de convertirse en cómplice de algo o de alguien. Rafael Castillo Zapata Enviado desde mi BlackBerry de Movistar |
Leer:
Yolanda Pantin, "Respuesta a Rafael" |