No. 43 / Octubre 2011 |
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Héctor Iván González
(Ciudad de México, 1979) Elogio de la forma Traer a cuento ciertas formas presenciar la danza de la luz a través del ígneo calidoscopio Guardar silencio y oír el agua que salta en la frente granítica Seguir con pasos huraños ahora que insiste el pensamiento y se aleja entre muros vacíos entre taludes interminables que desciende como un puño de arena como el elogio de la forma hacia mi certeza resquebrajada como un pájaro ocre en medio de una rama está herido o de tocar claqueos pía su canto agostado Una suerte de llanto un manar latente que no ceja un difundir un trasiego oscuro Blanca caligrafía que despunta da un rodeo y sigue declinando Espalda que se hiere y se leviga como un riachuelo Frescura umbrosa que festeja gruta olvidada que infiere mordida al festín pétreo Monumento a la concavidad bajo su follaje deslizo palabras hasta invadir sus hojas de seda Abandono la conciencia que ase llego hasta mi silencio neutro donde el lenguaje pierde sentido Un vaso de agua Un vaso de agua noctámbulo enemigo de la noche testigo de un crimen secreto Corriente congelada en su sitio Agua que se ahoga como el que llora y bebe sus lágrimas eléctricas Así el vaso besa el aire Aire que horadaba que gemía en penumbras matiz martirizado Elemento Altivo eslabón de luces grises Y sus sueños dictan el compás silencioso Me dices que la corriente suena yo sólo oigo sombras mi ojo de agua es el Nilo Solo una vez Vaso Urna que no necesita tanto el agua lo posee Alondras en el vaso ahí quedan quietas una nube les da nombre Y debajo del puente frente a un parque abandonado pienso una vez más en un vaso de agua noctámbulo |
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