Washington Benavides (Tacuarembó, Uruguay, 1930)
Prontuario (bis) Pensábamos: ya es bueno el acarreo De tanto santo para tal prontuario. Mas falló la memoria de este reo: se le cayeron cuentas al rosario. En el gótico donde Poe se atreve, y Kafka te abandona pero en Praga. Pushkin: Dama de Pique y duelo aleve; Villon, colgando, sueña con La Maga… Oye –te dicen- los murilogramas. Tan provinciano con López Velarde. Y con Juan Cunha a eso de la tarde, o con San Juan en su noche de llamas. De Fernando Pessoa el heroísmo al hospedar al visitante adverso; que puede ser maestro de tu verso o combatirte con su vanguardismo. O Julio Herrera en guerra con su aurícula. Trazando en su Desolación Absurda un sismograma para la ridícula sociedad de abanico y tan palurda. Y entre quintas y diablos, con Marosa, historiando violetas y vampiros. Que el camino de plata en la babosa es el horror que guardan los suspiros… –Reo común–: bien sabes que no puedes enumerarlos. Ni un Aleph te cabe. Por mucho que te exprimes y te agredes sólo podrás al fin decir: un Ave. La aguja de marfil la vista apaga… -Al zurcidor ya no le queda hilo- Entonces, liberó el mito y la saga, ycon Homero se durmió tranquilo…
Helena (Poema-proceso-prontuario) Helena. Podría empezar y terminar mi trabajo de hurgador, ratón de biblioteca y de poeta, con la escritura de tu nombre: Helena. Elénaus Eléptolis Elandros. También aquí, recuperada por el Viejo Ezra, se sintetiza tu tragedia íntima y gregaria. Permítanme que adjunte, con una incapacidad manifiesta del orden (no de la aventura), lo que esta mujer o semidiosa o arma de doble filo, ha provocado desde la Antigüedad. Homero. Canto III de La Ilíada. Helena “la de los blancos brazos” mientras junto a los muros de Ilión, teucros y aqueos combaten por ella, está tejiendo en el palacio “una gran tela doble, purpúrea, en la cual entretejía muchos trabajos que los teucros, domadores de caballos, y los aqueos, revestidos de bronce, habían padecido por ella por mano de Ares”. Junto a las Puertas Esceas, estaban los ancianos del pueblo. ya no combaten pero “semejantes a cigarras” arengan a los guerreros. Al ver a Helena que hacia los muros se encamina, con suave voz se dicen: “No es reprensible que troyanos y aqueos, de hermosas grebas, padezcan largos años por tal mujer: terriblemente se parece su semblante al de las diosas inmortales. Pero, aún siendo así, váyase en las naves, y no quede para futura desgracia nuestra y de nuestros hijos.” Cómo ignorar que el gran tejido doble y purpúreo, donde trabaja Helena, es una escapatoria de su vergüenza y su destino, y, a su vez, para nosotros, es otra muestra de aquellas magias parciales de Borges y su maestro Macedonio, con la obra dentro de la obra, como en Hamlet, o en Don Quijote o en Las Mil y Una noches. El tema de los ancianos teucros ante Helena, sirvió al poeta de La Pléiade, Pierre de Ronsard, en sus sonetos otoñales a Helena, Libro II (1584) en el texto VII: “No debe sorprendernos” –decían los ancianos sobre el muro de Troya, viendo pasar a Helena. Eurípides escribió una tragedia “Helena” y los otros Dos grandes (Esquilo y Sófocles) en sus incursiones en el Ciclo troyano, rozan o citan a la mujer “de los blancos brazos” o el gran poeta medieval francés, Francois Villon, (siempre a medio camino entre la delincuencia y la maravilla), dice en su Balada por Francia: “o tenga un desastre y guerra tan cruel/ como los troyanos por la captura de Helena;” Christopher Marlowe (1564 en Canterbury, 1593 en una taberna de Deptford apuñalado) única voz que puede parangonarse con Will en el drama isabelino, reescribió –admirablemente- el tema legendario del Doctor Fausto. Su: “La trágica historia del Doctor Fausto” que, admiró y lo siguió de cerca en su “Fausto” nadie menos que Goethe, en su Acto IV, Escena I, pone en boca de Fausto (cuando se enfrenta a Helena), mágicamente estas “aladas palabras”: “¿Éste fue el semblante que lanzó a la guerra mil barcos e hizo arder las enormes torres de Ilión? Dulce Helena, hazme inmortal con un beso. Sus labios absorben Mi alma; ya veo adónde vuela. Ven, Helena, ven y devuélveme mi alma. Aquí me quedaré, porque el cielo está en tus labios y es hez todo lo que no es Helena. Yo seré Paris y por tu amor, en lugar de Troya saquearé Wurtenberg, y combatiré con el débil Menelao, y llevaré tus colores sobre las plumas de mi yelmo. Sí, y heriré a Aquiles en los talones y luego tornaré a Helena para pedirle un beso. ¡Oh, tú eres más bella que el aire de la noche revestido de la beldad de mil estrellas; más esplendente que el flamígero Júpiter cuando se apareció a Semele; más gentil que el monarca del cielo cuando reposa en los azules brazos de Aretusa; nadie sino tú será mi amada!” El gran poeta dramático, Marlowe, escribió esta maravilla, antes que un matón de lupanar terminara con él y su poesía. Goethe, en la obra que le llevó una vida componer, en el Acto Tercero, impone la figura corpórea de Helena, no su fantasma, y al enfrentarla, el seducido Fausto, nos dice: “Yo apenas puedo respirar; mi palabra tiembla y vacila; es todo un sueño; han desaparecido el tiempo y el lugar”. Debo agregar el “Homero en Cuernavaca” (1948-1951) que escribió Alfonso Reyes, y donde surgen su “De Helena” y su “Paris-Alejandro ante Helena”. Don Alfonso confiesa sin tapujos: “-Helena: soy tu ciego enamorado/ y a confesarlo sin rubor me atrevo,/ pues te descubro en cada rostro nuevo,/ a poco que merezca mi cuidado.” Helena pasa por todos nuestros sueños. Como dijera Don Alfonso “en cada rostro nuevo” o desconocido. Ahí es ráfaga en la ventanilla de un tren que no tomaste, allá en Toledo. O es una risa no discernible en el café brumoso de Lima o de Santiago; o pasea en la Plaza de la Alfándega en Porto Alegre, bien acompañada. O despertó tu sueño de Campari en un bar por el Norte, y hace tiempo. Ninguna star del cine te amerita. Lo han intentado con beldades italianas o germanas. Tú eres tú. De todos y de nadie, reverencialmente Te saludo, Helena.
1La primera parte se publicó en el libro El molino y el agua (1993); la segunda (que aquí publicamos) se redactó en junio 15-19 del 2012, en Montevideo.
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