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No. 52 / Septiembre 2012

 

Andrés Cisneros de la Cruz
(Ciudad de México, 1979)


                                                               Córdex para filmar la caída del Empaire State
        

 

                                                                                                                               Siempre dije que no
                                                                                                                                Federico García Lorca

I

No es mucho lo que alcanzo a ver
desde la curva de este fuego a punto de apagarse.
Miro el cielo que abarca (dentro de la estatua) la bóveda
de su cabeza, y nosotros, asomándonos desde la cárcel
en sus ventanas circulares, para mirar
que hay en el horizonte un enorme pájaro
planeando hacia nosotros
casi a punto de cerrar sus alas
igual que dos manos que aplauden
para que descienda la lluvia
y comience el día: es lo que veo, una multitud
bajo los pies de una piedra ambarina.

Recorremos la calzada de los muertos
sin tener claro, cómo es
que a cualquier calle del mundo nos conduce,
          si cerramos cuidadosamente los ojos.

                               Avanzar hacia la lumbre
es meter en el saco de nuestro rostro
el tiempo que guardan los niños enfermos en sus pulmones,
cuando sobre el Templo mayor del Miedo caen las cabezas de un sol
que sangra en hirientes fractales.

Corremos por la calles de un nuevo York envejeciendo
en la plata del charco de un vidrio que corta con sus aristas
al que duerme (con la cara sobre una banqueta como buscando
          respuestas en el oráculo de un sueño).

Cuando amanece el cielo nos persigue, y guardamos
nuestro cuerpo en los poros de la noche
para salvarnos de la Orca;
salvar la concreta culpa, de nuevamente
cometer el error de vivir
                     a la luz del día.
 

 

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