Poemas colombianos

Ramón Cote Baraibar
(Cúcuta, 1963)

Direcciones opuestas

Para Juan Felipe Robledo


Después de tres días de lluvia el sol
se compadeció de la ciudad. De inmediato
las calles se llenaron con llamativas
camisas y camisetas y faldas de todos los colores,
y de los viejos cafés salieron a todo volumen
enloquecidas baladas de amor de sus rocolas.

Aturdido por la ruidosa belleza del mediodía
me crucé a dos cuadras de la catedral
con una mujer de unos ochenta años
completamente vestida de blanco
-blanca y radiante como dice la canción-,
con sus zapatos de tacón alto y sus guantes
de seda que hacían juego con su traje
que esperó guardado entre bolas de naftalina.

Haciendo tintinear con cierta coquetería
las monedas de oro de su brazalete,
reía para sí misma, compartiendo un gozoso
secreto que se dejaba adivinar entre sus arrugas,
disimuladas por toneladas de cosméticos
y perfumes y también polvos perfumados.

Una sombrilla como de principios de siglo la protegía
de la claridad reinante, dándole un poco de tregua
a la ansiedad de su mirada que no podía ocultar
las miles fiestas a las que parecía haber asistido
-y presidido, tal vez- durante su prolongada existencia.

En esa calle que celebraba la presencia del sol
se encontraron nuestros ojos igualmente azules,
yo, acelerando el paso para llegar pronto al hotel,
con la tristeza de quien vuelve
a las dudas y a las deudas, ella, acelerando el paso
para llegar pronto a la catedral,
con la felicidad de quien va a cumplir la cita
de su definitivo y gratificante y quizás postrero
-nunca se sabe- matrimonio.

Si llegaste hasta ese día y hasta esa hora,
toda de blanco y toda llena de luz,
a una edad en la que la muerte ha dejado
de ser una sorpresa, fue para hacerme saber,
en dirección contraria y con destinos tan opuestos,
que todo llega a su debido momento,
o para decirlo con un refrán que seguramente
estuviste repitiendo entre los dientes,
que en todo juego largo hay desquite,
muchacho.

Empuñando con dulzura el mango de tu sombrilla
te vi alejarte, apartando palomas, entre campanadas,
altiva y serena, envuelta en el brillo total
de tu convencimiento, como una niña que entra
a la iglesia llevando orgullosa una azalea blanca
el día de su primera comunión.

 



 Ramón Cote Baraibar es licenciado en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid. Publicista, ensayista y crítico. Ha publicado: Poemas Para una fosa común (1985), El confuso trazado de las fundaciones (1991), Informe del estado de los trenes en la antigua estación de Delicias (1992) y Botella Papel (1999). Fue ganador del III Premio Casa de América, en 2003, con su libro Colección privada. Es, también, autor de una importante antología de joven poesía latinoamericana, Diez de ultramar, publicada por la Colección Visor, en Madrid en 1992.

 


 

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