No. 84 / Noviembre 2015


Mini-antología de poesía afrikáans

Por Jan de Jager

En el extremo sur del continente africano, en una colonia holandesa cuya primera razón de ser fue la de constituir un punto de aprovisionamiento para las naves que iban y venían entre Holanda y las Indias orientales, se va desarrollando una variedad del holandés que poco a poco adquiere identidad y vida propias. Incorpora elementos del malayo, del portugués, del inglés.

Nombra los animales y las plantas del lugar con nombres nuevos: términos de alto voltaje poético, tales como blinkblaarboom: “árbol de hojas que destellan”, geelglasogie, un pájaro llamado “ojito de vidrio amarillo”, o los muchos ejemplos que el lector podrá encontrar en esta mini-antología, en el poema “El país de los ecos” de T. T. Cloete.

La poesía en afrikáans es un inmenso tesoro desconocido en nuestro mundo de habla hispana. Quizás uno de los motivos de su escasa difusión sea la tristemente célebre palabra que del afrikáans pasó a todas las lenguas del mundo: apartheid, el término que designa la política de segregación racial que existió en Sudáfrica entre 1948 y 1994. Junto con el boicot internacional al régimen racista, la poesía en afrikáans pasó por un largo período de aislamiento, también en parte debido a que se identificaba (erróneamente) al afrikáans como la lengua de los racistas. Nada es menos cierto: el afrikáans es la lengua de muchos sudafricanos “no blancos”, y de muchos poetas blancos antirracistas, tales como Breytenbach, Eybers, Kirsch, que pagaron su militancia contra el régimen con el exilio o la cárcel.

He hecho de tripas corazón, y para la preparación de esta antología tomé como divisoria de aguas la fecha de asunción de mando de Nelson Mandela. Esta primera parte que aquí presentamos está constituida por poemas anteriores a 1994. Y esto, no solo por motivos políticos; como se verá, la producción poética de esos tiempos no puede evitar referirse al “hecho maldito” de la sociedad sudafricana de la época o, cuando no se lo menciona, simplemente brilla por su ausencia.
Un texto inevitable es el poema de Ingrid Jonker “Ese pequeño que fue muerto a tiros por los soldados en Nyanga”, que Mandela incluyó en su discurso inaugural, para enfatizar que la suya iba a ser una política de reconciliación racial. La trágica muerte de Ingrid Jonker es también recordada en esta mini-antología, en el poema “Escapatoria” de Daniel Hugo.

Resta aclarar que para mi tarea de antólogo me basé principalmente en la monumental antología De Afrikaansepoëzie in 1000 en enigegedichten, La poesía en afrikáans en 1000 y algunos poemas, del poeta holandés Gerrit Komrij, y en el bellísimo manual de introducción a la poesía Versreise, Viajes de versos, de Adinda Vermaak et al. Algunas de estas traducciones aparecieron anteriormente en diferentes volúmenes de Casa de cambio y en el vol. 1 de Relámpagos.



Muestra poética:

Sarel Jacob Pretorius
D. P. M. Botes
T.T. Cloete
Elizabeth Eybers
Olga Kirsch  
D. J. Opperman
Rudolph Willemse
Vincent Oliphant
 

Clinton du Plessis
Pieter Uys    
Antjie Krog
Ingrid Jonker
Breyten Breytenbach
Ian Wiltshire
Johan Myburg
Daniel Hugo