Entrevistas
Tomás Segovia: la idea más vieja de nuestro mundo es la idea de modernidad |
Por Ana Franco y José Manuel Pintado |
"Es otro punto en el que desconfío de los poetas, yo no creo que la poesía sea una lengua sino un lenguaje, que no es lo mismo. No creo que se pueda inventar una lengua propia. Lo que uno puede hacer es modular la lengua de todos porque la hacemos entre todos. Puede añadir algún sesgo pero no inventar una lengua indescifrable o una lengua para un grupo iniciático. La lengua es tradición y como toda tradición está en movimiento. Ser tradicionalista es justamente no creer en la tradición, es querer detener la tradición. El valor de la tradición es que no se detiene, pero es claro que el lenguaje, el arte, el hombre son tradicionales. Todas nuestras edificaciones vienen de ahí y todo consiste en dialogar con ella, no por supuesto, callarse. Al dialogar con la tradición no se inventa nada. En ese sentido yo soy muy poco moderno; no creo que haya una ruptura. A principios del XX podía uno creer que había hecho un corte, pero en el siglo XXI, ¡creer que somos modernos cuando esa idea tiene 150 años! La idea más vieja de nuestro mundo es la idea de modernidad. “Yo soy moderno y soy poeta de la ruptura e innovador” en el siglo XXI, hay que ser verdaderamente ingenuo. Me acuerdo de mis primeras discusiones con mis compañeros cuando teníamos 20 años y se creían eso. Yo les decía, “oye, tú quieres ser surrealista. ¿Sabes qué edad tiene André Bretón?” André Bretón tenía exactamente la edad de mi abuela." |
Avanzar al sesgo |
Por Luis Vicente de Aguinaga |
Es común asociar el nombre de Ricardo Castillo (Guadalajara, 1954) con cierta especie de vandalismo literario no desprovisto de ingenuidad que sacudió los hábitos y jerarquías estéticas de una década, la de 1970, y los comienzos de la siguiente. Refiriéndose a determinado ambiente o microclima poético, Evodio Escalante ha declarado que “la publicación de El pobrecito señor X de Ricardo Castillo tuvo el efecto de una bomba en una tranquila reunión de comensales”. Dicho ambiente o plácida reunión, desde luego, es el mismo en el que Octavio Paz alcanzó una posición de predominio definitivo y en el que despuntaron, también definitivamente, algunas figuras del Medio Siglo mexicano (Rubén Bonifaz Nuño, Ramón Xirau, Carlos Fuentes) y otras de la generación vinculada con la Casa del Lago (Salvador Elizondo, Tomás Segovia, Juan García Ponce, Inés Arredondo, Jorge Ibargüengoitia, Fernando del Paso). |
Viplob Patrik, entrevista |
Por Miguel Ángel Izquierdo |
Aproveché la fugaz oportunidad para que me compartiera una probada de sus versos. Le pedí que me escribiera unos en nepalí y, al menos uno más, en inglés. Los conservo de su propia mano... |
"La poesía, creo, es un resto del silencio de Dios" |
Por Viviana Abnur |
Desde la primera vez que leí “Porsche”, en una publicación argentina de comics de los años 90, (El lápiz japonés), quedé impresionada por la obra de Alejandro Schmidt. Para mí, un desconocido hasta entonces; poco se sabía de él en Bs. As. Pero a fuerza de buscar, con los años, descubrí a un cordobés apasionado, polémico, generoso que tal vez porque arriesga, no ha dejado de sorprenderme con cada nuevo libro. Nacido en Villa María, Córdoba, Argentina en 1955, publicó a modo de folletos, plaquetas y libros, más de 30 textos de poesías, entre ellos: Clave Menor (1983), Serie Americana (1988), Dormida, muerta o hechizada (1993), El diablo entre las rosas (1996), El patronato (2000), Silencio al fondo (2000), Esquina del universo (2001), Oscuras ramas (2003), La vida milagrosa (2005), Llegado así (2005), Casa en la arena (2006), Mamá (2007), y Videla (2009). También dirigió entre 1987 y 1991 la revista de divulgación literaria El gran dragón rojo y La mujer vestida de sol, y entre 1990 y 2007, Radamanto, editorial de poesía. Fragmentos de su obra fueron traducidos al inglés, alemán, italiano y dos libros transcriptos al sistema Braile. En esta entrevista, realizada en enero de 2010, va un poco de su vida, su mirada, su poesía. |
La poesía como herramienta de lucha |
|
Pocos poetas nacionales viven la poesía con la franqueza y dedicación con que Santiago Espel. Nacido en Capital Federal, Buenos Aires, en 1960, a los 28 publicó rapé, que le valió la Faja de Honor de la SADE. Dos años más tarde sacó Pavesas & Muelles, seguido en 1993 por Misas en Harlem (Primer Premio de Poesía Nacional Ramón Plaza). Los 90, fueron años de profusa labor; no sólo continuó publicando poesía Cantos bizarros (1998), sino que además incursionó en la novela con La Santa Mugre o El País de Cucaña; y dirigió la revista bilingüe (castellano-inglés) de poesía La Carta de Oliver. Simultáneamente y desde entonces, dirige la colección de libros de poesía del mismo sello y cuenta en su catálogo entre otros, con Fernando Kofman, Andrea Gagliardi y Emiliano Bustos.
|